echado a un lado de este cuaderno
te escribo y temblando
por no despertar a los demás
con el ruido de este carbón
mi techo se torna negro y empieza a oler a quemado
la lámpara de colores mueve a esos papeles como si fueran sus esclavos
como si no los necesitara
como sí sin ellos siguiera siendo igual de locay
a no puedo escribir más
pués este carbón se ha quebrado
mis pulmones empiezan a hartarse
del dióxido de carbono
que ese ángel sin cabeza y con una sola ala libera para mí.
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