la cordura se me desgasta
en cada beso que dejo
en las botellas
de mis frenéticas noches
y mientras esta noche
pasa fría y solitaria
yo dormiré más sola aún
ya que ella al menos
lleva las hojas otoñales
entre suspiros rafagados
que se le suscitan por la observación
del eterno y altivo ojo de queso
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