martes, mayo 17, 2005

de amor y sonidos extraños

este era un hombre que cada vez que se lavaba los dientes,
cerraba los ojos puesto que emitía sonidos extraños,
como si cada que escupiera la pasta dental
fuese a vomitar todo lo que le ocasionaba tener que lavarse.
En fin él desafortunadamente no había tenido mucha suerte con el amor,
Un buen día estando leyendo el periódico en la banca de siempre,
vio pasar a una chica que le hizo tirar el periódico,
pero al recordar sus malos ratos amorosos recogió el periódico y decidió seguir leyendo
cuando de repente escucho una voz que le preguntaba
¿puedo sentarme a tu lado?
cuando el subió la vista se percato de que eras la misma chica que había visto
y casi flotando emitió un "sí" dejando caer de nuevo el periódico.
Habían pasado ya dos meses desde ese día y ella vivía con él,
eran felices excepto después de cada comida
ya que él al lavar sus dientes seguía emitiendo esos ruidos desagradables.
Desde esos dos meses él había ido bajando de peso considerablemente,
ella estaba completamente enamorada de él,
no había nada que la pudiera hacer cambiar,
alguna que otra vez ella pensaba este hombre esta bajando tanto de peso
que podría desaparecer.
El también se sentía feliz y estaba dispuesto a amar
pero algo internamente le decía que no se confiara.
Un día mientras el lavaba sus dientes
se acabo el agua entonces tuvo que abrir los ojos
y cuando empezó a escupir la pasta emitiendo esos sonidos desagradables
noto que no solo iba la pasta dental, saliva y residuos de comida sino que iba un riñón,
él quedo paralizado viendo como se iba este órgano por el desagüe,
por la noche después de la cena volvió a lavarse
y al escupir se dio cuenta de que iba el hígado,
al otro día por la mañana después de haber disfrutado d
de su desayuno favorito preparado por ella,
al lavarse vio como lo abandonaba su páncreas,
y entonces fue cuando le confesó por fin todo a ella;
con un terror espantoso decidieron ir al doctor.
Este le hizo una revisión a través de un aparato
que permitía ver todos los órganos que componen nuestro cuerpo
y entonces se percataron de que tan solo le quedaba el corazón.
El doctor le dijo que podría seguir viviendo con o sin el,
que no había problema. El y ella salieron turbados del hospital.
Desde ese día él jamás ha vuelto a lavarse los dientes
por miedo a que el próximo en irse por el desagüe sea su corazón
y con esto quedarse sin la posibilidad de amar a la mujer que sí lo amo;
y ella prefiere a un hombre con macilla en los dientes
que a uno con dentadura resplandeciente
pero imposibilitado de poder ofrecerle amor de corazón.

1 comentario:

hadanegra dijo...

ME ENCANTAAAAAAAAAA, LO KE ESCRIBES, ES SENCILLO , RARO , Y PROFUNDO.